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“La pobreza no justifica cometer delitos”

confirman la condena a dos hombres que faenaron una vaca para dar de comer a sus familias.
Con ese argumento, la Cámara de Casación Penal ratificó la pena de tres años y medio de prisión por el robo de ganado. El hecho ocurrió durante la crisis de 2001 y los condenados no tenían entonces trabajo ni planes sociales. Deberán cumplir la pena.
En Rosario. Un camión jaula volcó en 2001 en la autopista y el ganado fue faenado por la gente en el mismo lugar.
La pobreza y la desocupación no justifican que una persona cometa un delito para comer. Con esos argumentos, la Cámara de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires ratificó la condena a tres años y medio de cuatro hombres que en medio de la crisis de 2001 robaron una vaca para alimentar a sus hijos. Ahora deberán ir presos. Uno de los tres camaristas votó a favor de la absolución al entender que los imputados “eran gente de bien que vivía propiamente de la caza y que circunstancialmente acudieron al cuatrereo para subvenir a las necesidades de los suyos”.
Los camaristas de la Sala I de la Cámara, Horacio Daniel Piombo y Carlos Ángel Natiello, rechazaron la apelación presentada por el abogado de los procesados. Su colega Benjamín Ramón María Sal Llargués dio lugar a la presentación.
Los dos hombres detenidos por el robo de una vaca fueron condenados el 12 de septiembre de 2005 por el Tribunal Oral en lo Criminal Número 1 del Departamento Judicial Dolores a tres años y medio de prisión por el delito de robo de ganado mayor. Dos de los imputados confesaron su autoría en el hecho y desvincularon a otros dos acusados. Los informes socioambientales confirmaron que los detenidos eran pobres y que no conseguían trabajo. Tampoco cobraban planes sociales del gobierno y no tenían antecedentes delictivos.
“Un estado de pobreza genérica no conforma la causa de justificación por la necesidad resultando necesario que se trate de una situación apremiante cuya superación no admite demora. Ni la miseria ni la dificultad de ganarse el sustento propio necesario y el de los suyos son presupuesto de la eximente del estado de necesidad y sólo pueden considerarse como base de atenuación de la pena”, opinó Natiello.
En cambio, Sal Llargués consideró: “Está claro que al momento en que estos hechos se produjeron eran tiempos en los que el país se vio envuelto en una de las crisis que más golpeó a los estratos sociales desprotegidos. Como atenuante, el fallo computa para los imputados el buen concepto acreditado y las probadas dificultades para ganarse el sustento. Si se han probado que tuvieran esas dificultades, ¿qué debieron esperar para acudir a la justificante más añosa como es el hurto famélico?”.
Los camaristas Piombo y Natiello no tuvieron en cuenta que cinco testigos hablaron de la honestidad de los acusados y que no buscaron vender lo robado, sino dárselo de comer a sus familias numerosas.
Según Natiello, “si la pobreza y dificultad para ganarse el sustento fuera entendida por todos como causa de justificación, la regla serían los robos y hurtos, y la excepción el respeto a la propiedad ajena”.
El Código Penal castiga a quien roba por hambre, pero hay jueces que aplican atenuantes a las condenas o directamente absuelven a los acusados por delitos de este tipo.
Entre los antecedentes similares, se destaca el caso de un joven de 19 años que fue detenido el 14 de noviembre de 2002 en Bariloche. Lo acusaron de robar un kilo de pan.
Diario Crítica, 19 de diciembre de 2009
Los pobres son los únicos que pagan en este país

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